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¿Existe una dieta para la epilepsia?

EPILEPSIA - 11 de febrero de 2019

Cada día existen más evidencias científicas sobre el decisivo papel de la dieta en la prevención de algunas enfermedades cardiovasculares, incluso del cáncer. También es conocido el rol de la alimentación en determinadas enfermedades como la diabetes, el Crohn, la colitis ulcerosa o la celiaquía. Mucho menos conocida es, sin embargo, la importancia de cuidar la nutrición en patologías como la epilepsia. Sin embargo, la elección de una dieta adecuada podría reducir, de manera notable, los episodios de crisis convulsivas, sobre todo, en niños.

Los especialistas clínicos saben desde hace años que una dieta alta en grasas saludables y proteínas y pobre en carbohidratos puede cambiar el pronóstico de algunos niños con epilepsia. La historia de un pequeño paciente estadounidense, llamado Charly Abrahams, ayuda a entender mejor el origen de la llamada dieta cetogénica. Este niño experimentó su primera crisis convulsiva antes de cumplir un año de edad. Sus padres, Jim y Nancy, habían oído hablar sobre el papel de la alimentación en la prevención de este tipo de crisis y se pusieron en contacto con el Hospital Johns Hopkins en Baltimore, donde la vida de su hijo experimentaría una mejoría muy notable. La historia de la familia dio pie a la película Juramento hipocrático, dirigida por el padre del pequeño y protagonizada por Meryl Streep, que aumentó de forma importante la conciencia social sobre la epilepsia en Estados Unidos.
 

¿Qué es la dieta cetogénica?

La llamada dieta cetogénica se basa en un alto consumo de grasas saludables y bajo de carbohidratos. Esta propuesta nutricional obliga a nuestro organismo a echar mano de sus reservas de lípidos como primera fuente de energía.

La dieta se popularizó en los años 20 para tratar a pacientes epilépticos que sufrían numerosas crisis convulsivas. La aparición de distintos fármacos que eran capaces de reducir estos episodios llevó a que esta dieta cayera en desuso hasta que, a finales de los años 80, volvió a resurgir con más fuerza.
 

Ya sabemos qué es, pero ¿cómo funciona?

Comencemos por unas nociones básicas. Los alimentos que forman parte de nuestra dieta diaria nos aportan proteínas, grasas o hidratos de carbono. Estos nutrientes son la energía, el combustible que necesita nuestro organismo para realizar las actividades de cada día. Una dieta equilibrada estándar debería priorizar los hidratos de carbono a las grasas y a las proteínas. Sin embargo, la cetogénica incrementa la proporción de grasas y disminuye la de carbohidratos. ¿Por qué? Se ha observado que esta dieta imita el proceso del ayuno. Nuestro organismo, al metabolizar las grasas, genera acidosis, un exceso de ácidos que, sin conocerse muy bien por qué, reduce el número de episodios de crisis convulsivas en pacientes epilépticos.
 

¿En qué pacientes está indicado?

No todos los pacientes pueden beneficiarse de esta dieta. La dieta cetogénica puede ser utilizada en aquellos niños que no mejoran con otros tratamientos farmacológicos o quirúrgicos. En estos casos, aproximadamente un 30%, será el médico o el nutricionista quienes marquen las pautas para iniciar la dieta. Es importante que los padres aprendan qué alimentos deben incluir y cómo combinarlos. Si las cosas se hacen bien, este tipo de dietas puede resultar muy beneficiosa. Se estima que uno de cada tres pacientes reduce sus crisis en un 90% y uno de cada dos, en un 50%. El tiempo de mejora es, además, muy rápido. Los primeros beneficios comienzan a notarse en apenas dos semanas.
 

¿Cuánto tiempo debe mantenerse la dieta?

La dieta cetogénica no se puede mantener de por vida. Lo recomendable es seguirla durante un periodo de unos tres años para ir después reduciendo el aporte de grasas de forma progresiva.
 

¿Qué alimentos componen el menú tipo?

La alimentación debe priorizar el consumo de grasas y proteínas e incluir muy pocos carbohidratos. Para evitar desequilibrios, es necesario recurrir en ocasiones a suplementos nutricionales.

 

Sea con dieta, con medicamentos o incluso con cirugía, la buena noticia es que las distintas opciones terapéuticas han permitido en la actualidad reducir de forma muy importante el número de crisis convulsivas de los pacientes epilépticos.

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