ENF. DE CROHN - 3 de julio de 2020
La enfermedad de Crohn es, junto con la colitis ulcerosa, una de las enfermedades que se engloban dentro de la enfermedad inflamatoria intestinal, que afecta a unas 150.00 personas y de la que cada año se registran 2.000 nuevos casos en España. Los síntomas más habituales con los que tienen que convivir los pacientes de esta patología van, desde el dolor abdominal, malestar general y fiebre, hasta diarrea, fatiga o pérdida de peso.
Es importante conocer la sintomatología de esta enfermedad porque un diagnóstico precoz es fundamental para evitar que la patología siga evolucionando y las consecuencias sean más graves. Es necesario, además que, una vez diagnosticada la enfermedad de Crohn, el paciente reciba el tratamiento adecuado y se someta a los pertinentes chequeos médicos con regularidad.
A pesar de que se ha investigado mucho sobre la enfermedad y se han logrado importantes avances en el tratamiento de la dolencia, en las situaciones más graves es necesario intervenir quirúrgicamente al paciente y, en algunos casos queda como secuela una ostomía. Esta consecuencia se produce cuando es necesario extirpar algún fragmento de intestino, grueso o delgado, y exteriorizarlo a través del abdomen para posibilitar la expulsión de las heces mediante un reservorio en el que se acumulan hasta su eliminación.
En función del fragmento de intestino afectado, la intervención recibe un nombre u otro. Si es el íleon (tramo final del intestino delgado) la parte del órgano que se ve implicada, la operación se conoce como ileostomía, mientras que, si al que afecta es el colon (fragmento que ocupa la mayor parte del intestino grueso), esta recibe el nombre de colostomía.
En el primero de los casos, la eliminación de las heces se produce de manera rápida tras la ingesta de alimentos y se suele situar en la parte derecha del abdomen. La absorción de nutrientes se puede ver afectada, por lo que es conveniente avisar al médico de su existencia a la hora de recibir una medicación, para que este valore la conveniencia de uno u otro y que se puedan absorber correctamente sus propiedades.
El objetivo de la colostomía es el de descomprimir el intestino grueso para evitar más lesiones y el de desviar el tránsito intestinal. Al contrario que en la ileostomía, no hay problemas con la absorción de nutrientes y, en función de la parte del colon en la que se realice, la ostomía puede ocupar diferentes posiciones en el abdomen.
Por otro lado, ninguna ostomía es igual a otra y cada paciente es un caso único. Dependiendo de cómo evolucione la persona o de si ha sido necesaria la extirpación total del órgano, existen dos tipos de ostomías: las temporales y las permanentes.
Si el paciente evoluciona favorablemente y se soluciona la causa que la provocó, se puede reestablecer el tránsito intestinal para que este vuelva a su estado normal. Sin embargo, cuando se extirpa por completo el órgano, no hay posibilidad de reconstruirlo y, por tanto, la ostomía es de carácter permanente.
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