COLESTEROL - 9 de agosto de 2019
Son conocidos los múltiples beneficios de seguir una dieta mediterránea para tener una buena salud cardiovascular. La dieta mediterránea no es, sin embargo, la única que nos puede ayudar a mantener nuestros niveles de colesterol bajo control. Existen otras pautas dietéticas, como la Atlántica, típicamente gallega, que también pueden resultar de utilidad. Un estudio de investigación realizado en la localidad gallega de A Estrada por el hospital clínico de Santiago y el centro de salud de este pueblo gallego ha revelado las distintas propiedades de la dieta local para reducir el colesterol y conseguir un peso idóneo.
El estudio consistió en observar cómo estos productos locales (grelos, berzas, aceite de oliva gallego, variedades de vino Albariño y Mencía, queso y mejillones) ayudaban a bajar el colesterol y el peso. Los autores del trabajo repartieron lotes de estos alimentos entre 127 familias, el grupo de intervención, y los resultados se compararon con el resto, 123 familias, que actuaron como grupo de control.
La experiencia se llevó a cabo durante seis meses, aunque en realidad fueron necesarios casi dos años para planificarla por parte del equipo de médicos del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, ya que anteriormente varios científicos analizaron las propiedades nutricionales y saludables de los productos, que siete empresas ofrecieron de forma gratuita a los participantes en el estudio.
La dieta atlántica se caracteriza por el consumo de alimentos locales, de temporada, frescos y mínimamente procesados. Son productos de la tierra (frutas, verduras, pan, cereales y legumbres), pescados y lácteos, con un consumo moderado de carne, principalmente de vacuno y cerdo, y de huevos. También se caracteriza por el uso de salsas de baja carga energética, por el empleo del aceite de oliva para aliño y cocinado y por la ingesta moderada de vino, normalmente en las comidas. A diferencia de la mediterránea, destaca por el mayor consumo de lácteos, de pescado, de aceite de oliva, frutas y verduras y, en el cocinado, prima más la cocción y el vapor frente a la fritura.
Los datos revelaron que, en el equipo de intervención, hubo una disminución media de la concentración de colesterol de 5,4 miligramos por decilitro (mg/dl), un dato “clínicamente significativo”, indican los investigadores, y que fue mayor la bajada en mujeres y niños. Y sobre la pérdida de peso, en seis meses, los participantes redujeron su peso en una media de 1,2 kilos, siendo más pronunciado en los hombres que en las mujeres. Y no es que comieran menos, sino que lo hicieron mejor, ya que tomaron menos grasa. Además, en las personas que siguieron la dieta, se detectó que la prevalencia de síndrome metabólico (condiciones que elevan el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2) se rebajó en un 2,6%, así como un menor incremento de la tensión arterial, aunque ligero, y de resistencia a la insulina.
Los investigadores se mostraron muy satisfechos porque, según explicaron ellos mismos, “la verdad es que no esperábamos que adelgazaran porque en la dieta que planificamos no introdujimos restricciones calóricas, pero lo hicieron al cambiar su patrón alimentario por otro más saludable”. En conclusión, un país tan diverso como España ofrece algunas alternativas a la dieta mediterránea que pueden resultar igualmente saludables.
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