Cuando padecemos hipercolesterolemia, nuestra dieta parece ser un puzzle imposible y planear cada comida resulta una prueba de obstáculos: que si retirar la piel del pollo, desgrasar los caldos de carne, solo lácteos desnatados, quesos descremados o blancos ¡pero nunca curados! Y un largo etcétera.
En este momento, cuando por fin hemos decidido cuidarnos más, prestar atención a la hipercolesterolemia y realizar cambios en nuestra dieta, es probable que nos acabemos obsesionando con todo lo que comemos. Esto hace no disfrutemos de la comida, tengamos una mala relación con nuestra alimentación y que paradójicamente terminemos empeorando nuestro colesterol.
Así, una dieta sana que cuida el colesterol es una alimentación rica en fruta, verdura, legumbres, pescado azul y frutos secos. Y que, a su vez, limita la frecuencia de alimentos que en su composición tienen abundantes grasas como lácteos enteros (mantequilla, leche entera, yogures, quesos grasos), carnes muy grasas, bollería industrial o comida altamente procesada. Para conseguir una alimentación sana y evitar una mala relación con la comida, puedes tener en mente los siguientes consejos:
- No hay demonios ni ángeles en la comida: No hay alimentos buenos y malos, sino que la clave está en aceptar que todos son buenos según su frecuencia de consumo y calidad. Cuando nos prohibimos rotundamente a nosotros mismos un alimento que catalogamos como malo (esta rico, luego seguro que engorda) lo anhelaremos todavía más y nos sentimos frustrados por no ser capaces de comerlo, en vez de ingerirlo de vez en cuando y disfrutarlo.
- Trata de sumar alimentos nuevos, y no solo eliminar productos: Evita tachar de una lista todos los alimentos que piensas que nunca podrás volver a comer. Al contrario, intenta incorporar a esa lista nuevos alimentos que pueden estar a nuestra disposición y que por motivos culturales o hábitos no hemos podido probarlos en nuestra dieta.
- Huye de la sensación de culpabilidad y no te auto fustigues: Debemos de ser conscientes de que estamos comiendo y sobre todo el porqué de nuestra elección. Por ello, evita justificarte constantemente o autoengañarte sobre que alimentos has elegido. No pasa nada si un día te apetece comer un filete con patatas o tomar de postre un flan.
- Reconoce para qué estas comiendo: Cuando nos sentimos nerviosos, tristes, o inquietos, una de las válvulas de escape puede ser la comida. Este comportamiento provoca atracones de comida de todos esos alimentos prohibidos (ricos azucares) no por hambre, placer o ganas sino por hambre emocional. Escucha tu estómago y tu mente y descubre que no sólo comemos por hambre física.
- Comer fuera de casa: No restringas tus salidas sociales por tener que acomodar tu dieta en los restaurantes. En su lugar, busca lugares que tengan una oferta variada de productos sanos y saludables. Si no es posible, piensa en alternativas como, por ejemplo, pedir un primero rico en verduras y legumbres, y un segundo plato más calórico. Disfruta de la comida siempre y no conviertas una salida especial en un festín a lo loco sin ninguna conciencia.
- No compenses: Si has estado una semana de vacaciones y no has podido cuidar de tu dieta tanto como querrías, no pases la semana siguiente a base de ensaladas y zumos détox. Trata de retomar tus hábitos saludables poco a poco sin castigar a tu cuerpo ni a tu mente.
- Fija las reglas con ayuda de un profesional: Saber cómo debe de ser mi dieta es un primer paso importante que me ayudará a sentirme más seguro sobre el cuidado de mi salud. No obstante, este diseño debe hacerse con la ayuda de un profesional o contando con toda la información. Del mismo modo, interpreta estas reglas como guías o consejos temporales, en vez de normas inamovibles que bajo ningún concepto pueden variar.
- La medicación no es una carta blanca para el atracón: Una pastilla que reduce el colesterol en sangre no quita que debamos de tener una dieta sana, todo lo contrario. Contar con medicación es un recuerdo de que debemos llevar una dieta saludable, hacer ejercicio y evitar comportamientos sedentarios.
En definitiva, prestar atención al colesterol alto supone un cambio de estilo de vida en muchos aspectos. Por supuesto, una alimentación sana y consciente, pero también abandonar hábitos como el alcohol y el tabaco e incorporar otros como el ejercicio regular en nuestro día a día. Y todo ello, junto con todos estos cambios en nuestra rutina, no debe significar perder el gusto por comer, el placer y el disfrute.