CÁNCER DE COLON - 9 de octubre de 2020
El cáncer de colon es uno de los tumores que se detectan con mayor frecuencia en personas de más de 50 años, solamente superado por el de próstata, en los hombres, y el de mama, en las mujeres. Tal es su tasa de incidencia que, solamente en España, se prevé que durante el año 2020 se detecten 44.231 nuevos casos, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
A nivel mundial, según cifras de mortalidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este tipo de cáncer es uno de los responsables del mayor número de fallecimientos cada año.
Además de la edad, hay una serie de factores que aumentan el riesgo de padecer la enfermedad: una vida sedentaria, el consumo de alcohol, el hábito de fumar, la obesidad o seguir una dieta poco saludable. A todos estos elementos también se puede sumar una razón genética, en el caso de existir antecedentes de familiares que también hayan sufrido un cáncer colorrectal.
Afortunadamente, existen métodos de diagnóstico que permiten detectarlo de forma muy temprana, pudiendo abordarlo de una forma más eficaz y menos invasiva. "Con un diagnóstico precoz se consiguen mayores tasas de curación y cirugías menos agresivas. Además, es posible detectar lesiones premalignas o pólipos que en un futuro pudieran malignizarse", explica la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
Conocedoras de la importancia del diagnóstico precoz, desde las administraciones de salud se están llevando a cabo campañas para prevenir y evitar la aparición de este tipo de cáncer en un futuro.
El TSOH o test de sangre oculta en heces es una de las pruebas que se usan para diagnosticar el tumor en su etapa inicial. El test se puede obtener en farmacias y realizarse en casa, pero el análisis de los resultados lo llevará a cabo el personal sanitario. El objetivo, además de la detección precoz del tumor, es también preventivo ya que tras las pruebas se pueden extirpar pólipos precancerosos evitando el desarrollo de tumores malignos.
Otro método de diagnóstico más común es la colonoscopia, que permite determinar si existen pólipos, áreas anormales o incluso algún tumor maligno. Durante la prueba, si el profesional sanitario encuentra algo fuera de lo común, es habitual que extraiga una pequeña muestra. Como destaca la AECC, “esta pequeña cantidad de tejido deberá ser estudiada por un anatomopatólogo (médico especialista en el estudio de los tejidos al microscopio) para poder emitir un diagnóstico confirmando o descartando la existencia de un cáncer".
Una vez confirmado el diagnóstico, es importante concretar la zona en la que está localizado el tumor y determinar tanto la fase de la enfermedad como una posible expansión a otros órganos. Entre las pruebas más utilizadas destaca la radiografía del tórax, que permite analizar los pulmones, además de la exploración radiológica, es decir, una radiografía del abdomen.
Otra opción es la ecografía abdominal que permite analizar el estado del hígado, mientras que una ecografía endorrectal nos deja ver las lesiones producidas, así como el tamaño y la expansión del tumor.
Lo que debemos hacer es siempre acudir a un especialista médico si tenemos antecedentes familiares ya que recibiremos un seguimiento especial. Además, si hay cualquier indicio de tener cáncer de colon, es recomendable acudir de inmediato al médico.
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