ALERGIA - 3 de agosto de 2021
Tras hablaros en el artículo anterior sobre las abejas, avispas, los síntomas de sus picaduras y su diagnóstico, hoy os queremos explicar su tratamiento, la inmunoterapia y las medidas de evitación de estos insectos.
Ante una picadura la primera medida es, si la picadura es de abeja, retirar el aguijón los más rápidamente posible, sin presionar sobre el saco que contiene el veneno para evitar la inyección de más cantidad (un truco es rascar la zona con una tarjeta). Debemos alejarnos del área donde haya ocurrido la picadura para impedir un ataque masivo, ya que cuando una avispa pica libera una feromona que incita a otros miembros de la colonia a picar.
En reacciones locales, se debe desinflamar la zona aplicando frío o amoniaco, que además retrasa la absorción del veneno, lavar con agua y jabón y administrar un antihistamínico para aliviar los síntomas. En reacciones sistémicas cutáneas se administran antihistamínicos orales o parenterales y corticoides. En caso de anafilaxia, la rapidez a la hora de administrar el tratamiento de adrenalina lo más precozmente posible es esencial. Aquellos pacientes alérgicos a himenópteros y que hayan sufrido una anafilaxia previa, dada la gravedad de dicha reacción, deben llevar consigo un autoinyector de adrenalina intramuscular. Tras su aplicación, deben ser trasladados a un centro médico para completar el tratamiento según los síntomas que presente.
La alergia al veneno de himenópteros se pude curar gracias a la inmunoterapia. Esta consiste
en la vacunación con extractos de veneno de himenópteros, con dosis progresivamente crecientes del veneno del insecto implicado, hasta llegar a una dosis de mantenimiento. La eficacia de la inmunoterapia está ampliamente demostrada, siempre que se consiga la identificación del insecto responsable, la elección adecuada del veneno y del extracto, así como mantener la inmunoterapia en dosis y tiempo suficientes para lograr una protección mantenida. El objetivo del tratamiento con inmunoterapia en pacientes alérgicos al veneno de himenópteros es proteger de una nueva reacción sistémica en una futura picadura.
La inmunoterapia está indicada en pacientes de cualquier edad que, tras la picadura de un himenóptero, hayan sufrido una reacción sistémica, en adultos con reacción sistémica cutánea muy expuestos (apicultores, profesiones al aire libre…), personas alejadas de atención sanitaria urgente o en aquellas en las cuales su calidad de vida puede empeorar por el miedo a estos insectos.
La vacunación proporciona unos niveles de protección tras nuevas picaduras del 98% para avispas, y del 75-85% para abeja. La duración recomendada de este tratamiento es de 3 a 5 años, siempre que no haya inducido reacciones secundarias sistémicas. Tras este periodo de tiempo, aproximadamente un 90% de los pacientes sufre una reacción de menor gravedad o ninguna reacción tras sufrir una nueva picadura. Esta eficacia es ligeramente superior con veneno de avispa en comparación con veneno de abeja. El efecto terapéutico de la inmunoterapia es duradero.
Los pacientes alérgicos al veneno de los himenópteros deben evitar exponerse a nuevas picaduras hasta que estén protegidos. Es importante que conozcan todos los datos relativos al insecto causante de su alergia, saber reconocerlo y tener en cuenta algunas sencillas precauciones que pueden ayudarles a reducir el riesgo.
El riesgo de picadura aumenta entre mayo y septiembre, las épocas más cálidas del año, y en ciertos entornos geográficos. Los himenópteros pican sólo como defensa, de ellas mismas o de sus nidos, y son insectos cuya agresividad aumenta si se ven amenazados, por lo que se deberán evitar aquellas circunstancias que puedan hacer que se sientan en peligro.
A continuación, algunas precauciones básicas:
Si nos encontramos con himenópteros cerca, hay que evitar hacer movimientos bruscos. Si una abeja o avispa se posa sobre tu cuerpo, no intentar matarla ni espantarla; es mejor permanecer quieto o hacer sólo movimientos lentos hasta que se aleje. En caso de que haya muchos insectos, correr.
Es importante tener siempre a mano la medicación de emergencia y estar adiestrado en su empleo, así como revisar periódicamente su caducidad. Los pacientes que presenten reacciones sistémicas deben ser instruidos para reconocer los signos tempranos de anafilaxia y llevar consigo un autoinyector de adrenalina.
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