VIDA SALUDABLE - 25 de mayo de 2025
Pese a los continuos esfuerzos por parte de los profesionales dedicados a la reeducación alimentaria, es muy común en nuestra sociedad que las personas hablemos de la alimentación como algo que depende por completo de la fuerza de voluntad y nos divida entre los que comen “bien” y los que comen “mal”.
La relación con nuestra alimentación es muy compleja y está repleta de matices. Comencemos diciendo que COMER es un acto que pese a ser instintivo es aprendido, es decir, hay muchas maneras de comer y es en la familia y en nuestros círculos cercanos (amigos, escuela, cultura) donde aprendemos a cómo relacionarnos con los alimentos.
A la hora de querer hacer cualquier cambio en la manera en la que comemos es clave entender que no debemos confiar solo en la fuerza de voluntad sino en nuestra capacidad para desaprender malos hábitos y aprender otros nuevos que nos sean más beneficiosos.
La mejor manera de explicar el propósito de este artículo es con un ejemplo práctico:
Imaginemos que un nutricionista pregunta: ¿Cómo ha ido tu alimentación? ¿Cómo lo has hecho esta semana?
La persona en consulta contesta con un “lo he hecho bien, he comido bien” o “lo he hecho mal”.
Hasta aquí, puede parecer que no hay nada erróneo en esa respuesta. Nos da una idea de cómo la persona siente que se alimenta. Ahora bien, ¿nos da idea de cuáles son sus fortalezas?, ¿tenemos información sobre cuáles son los puntos de mejora? No ayuda a marcar una dirección en el proceso de aprendizaje alimentario y a tomar acción hacia el cambio.
Este tipo de respuestas hacen referencia a un patrón de pensamiento polarizado, es decir, de blancos y negros. De manera que “o lo hago perfecto o siento que he fallado”.
El riesgo de este tipo de patrones es que conducen a una visión muy reduccionista, a la sensación de descontrol, a la falta de información sobre qué pasos dar y en definitiva a una mayor probabilidad, de frustración, miedo al fracaso y abandono.
¿Qué pensaríamos si a un/a niño/a en la escuela le califican una tarea de redacción con un “bien” o un “mal”?
Esta calificación global y general deja a un lado un sinfín de matices como la estructura del relato, la ortografía, la presentación, la caligrafía, la coherencia en el texto, la originalidad o creatividad y un largo etcétera. Solo así, si el profesor hiciese una calificación más detallada de cada uno de los aspectos el niño tendría una orientación y guía sobre cuáles son sus aspectos fuertes y en qué puntos debe centrar su mejora y así poder avanzar en su proceso de aprendizaje.
La manera en la que comemos es un aprendizaje y como todo aprendizaje requiere de:
Voluntad de aprender, poner atención y conciencia
Permitirse los fallos y aprender de estos errores
Sacar conclusiones sobre los aspectos concretos
Práctica y paciencia
Te proponemos la siguiente herramienta para aprender a apreciar todos los matices referentes a tu alimentación. Se trata de una tabla que puedes utilizar después de cada una de tus comidas para tomar conciencia y observar cuáles son tus puntos fuertes y tus aspectos en los que poner foco de mejora.
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria