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¿Cómo cambian sensaciones de hambre y saciedad con el aumento de temperaturas?

VIDA SALUDABLE - 17 de junio de 2022

Aumentan las temperaturas y esto ya marca la llegada del verano. Emocionados con el cambio de estación, llegan también las ganas de romper y desconectar de la rutina de siempre. Nos enfrentamos a un contexto completamente diferente que puede incluir viajes, hoteles, reencuentros con amigos y familiares alrededor de una mesa, tiempo libre…

Es importante saber cómo este calor y cambio de hábitos que tanto nos apetecen, puede afectar a nuestro cuerpo, ya que suele venir acompañado de desajustes en el control del apetito y la saciedad.

Existen diferentes mecanismos por los que nuestro cuerpo regula la sensación de hambre y saciedad. Hay varias hormonas responsables de ello, que actúan como mensajeras entre las necesidades de nuestro cuerpo y las órdenes que da el cerebro. Las principales dos hormonas son la ghrelina y la leptina.

La ghrelina es una hormona producida en el estómago y es la encargada de hacernos sentir que tenemos hambre. La leptina, por lo contrario, se produce en los adipocitos (nuestras células grasas) y se encarga de comunicarnos que estamos saciados. Ambas hormonas actúan sobre una parte del cerebro llamado hipotálamo, dónde también se regulan la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y las acciones de supervivencia como la sed, el hambre y el ciclo del sueño.

Pero el apetito no solamente viene dictaminado por nuestras hormonas. Los estímulos de nuestro alrededor también serán decisivos en cuanto al cuándo y al qué comemos. Las horas de sueño, el poder hedónico de los alimentos, es decir, el placer que nos provoca comerlos, los niveles de actividad física… y recuperando lo que decíamos al principio, también lo harán las condiciones climatológicas.

Con el aumento de las temperaturas hay más facilidad para deshidratarnos, es por esta razón que suelen apetecer más comidas líquidas y refrescantes que comidas sólidas. Como la naturaleza es muy sabia, las frutas típicas de esta estación son muy ricas en agua. Además, con la llegada del verano, nuestro cuerpo deja de necesitar la energía de más que empleaba para la termogénesis, es decir, el aumento de la temperatura corporal, a diferencia de las estaciones más frías donde sí hay un aumento del apetito para que busquemos alimentos que ayuden a aumentar esta sensación térmica.

Por otro lado, durante las vacaciones hay más tiempo libre, que en muchas ocasiones se traduce en una mayor exposición a alimentos y más vida social alrededor de una mesa, por lo que mayor consumo de alimentos. También en este periodo aumenta el consumo de alimentos superfluos como helados, refrescos y bebidas alcohólicas que también alteran nuestro apetito y la aportación energética.

Así pues, ¡el aumento de temperaturas suele estar acompañado por una disminución del apetito, pero al mismo tiempo con una mayor exposición a alimentos! 

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Redactado por:

Sandra Ruiz Maymó

Dietista-Nutricionista en Alimentación 3S. Nº Col. MAD00952

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