VIDA SALUDABLE - 6 de septiembre de 2024
La siesta es un breve descanso reparador que se toma después de la comida del mediodía. Este hábito, que tiene sus raíces en las antiguas civilizaciones mediterráneas para descansar del calor extremo del mediodía, se ha mantenido a lo largo de los siglos. Es reconocida por sus múltiples beneficios para la salud y a día de hoy se ha convertido en un símbolo de bienestar y calidad de vida.
Diversos estudios han demostrado los efectos positivos de la siesta. Una siesta breve puede mejorar la memoria, la atención y el rendimiento cognitivo, además de contribuir a una mejor salud cardiovascular y estado de ánimo. Entre los principales beneficios que nos aporta un ligero sueño después de comer encontramos:
Mejora cognitiva: en las fases más ligeras del sueño, el cerebro refuerza la información aprendida. Una siesta de 20 minutos puede revitalizar el cerebro, mejorando la memoria a corto plazo, la capacidad de aprendizaje y procesamiento de la información.
Bienestar emocional: El descanso durante el día ayuda a regular las emociones, mejorando el estado de ánimo general para el resto del día.
Reducción del estrés: El descanso diurno contribuye a disminuir los niveles de estrés y ansiedad. La siesta reinicia el sistema nervioso. Al disminuir la actividad cerebral y relajar el cuerpo, se reduce la producción de cortisol, la hormona del estrés. Esto produce una sensación de calma y ayuda a prevenir el agotamiento.
Salud cardiovascular: Un breve descanso puede bajar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que alivia al corazón y contribuye a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.
Aumento de la productividad: Un breve descanso después de la comida puede aumentar la productividad y la creatividad en las actividades diarias. Tras una siesta, se experimenta una mayor claridad mental y capacidad de concentración. Esto se debe a que el sueño ligero ayuda a restaurar la capacidad cognitiva del cerebro y la atención.
Fortalecimiento del sistema inmunológico: Un descanso adecuado es esencial para mantener un sistema inmunológico fuerte, y la siesta contribuye a esto, ayudando a combatir infecciones y manteniendo sistema inmunológico en buenas condiciones.
La duración ideal de una siesta está entre los 10 y 30 minutos, un tiempo que permite entrar en las primeras fases del sueño sin llegar al sueño profundo, evitando así la sensación de aturdimiento al despertar y asegurando un despertar fresco y alerta. El mejor horario es después de la comida, cuando la digestión está en marcha y el cuerpo busca un descanso, sin que sea demasiado tarde para que no afecte al sueño nocturno. Se debe buscar un lugar tranquilo, cómodo y sin mucho ruido ambiental, donde se pueda descansar sin interrupciones. Conviene apagar el teléfono, evitar pensar en problemas o tareas pendientes, realizar algunas respiraciones profundas para relajar el cuerpo y la mente y, si tienes que despertarte a una hora específica, poner una alarma para no dormirte demasiado. Si se toma la siesta a diario, es recomendable que siempre sea a la misma, para regular el reloj biológico.
La siesta es más que un simple descanso, es una práctica que puede ayudar a nuestra salud y bienestar. Incorporarla en nuestra rutina diaria puede ser un pequeño cambio con grandes beneficios en nuestra calidad de vida.
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