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El manejo emocional. Los nuevos factores de riesgo en la hipertensión arterial

HIPERTENSIÓN - 29 de octubre de 2021

La hipertensión arterial (HTA) se sitúa como el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, constituyendo según la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de los retos de salud prioritarios a nivel mundial.

El desarrollo y mantenimiento de la hipertensión arterial se sostiene en la influencia conjunta de determinados factores biomédicos como la obesidad, la diabetes y los niveles de triglicéridos, glucosa y colesterol; en unión con factores psicosociales como los hábitos de salud (alimentación, actividad física y calidad de sueño) o la presencia continuada de estrés.

En relación a este último factor, un estudio de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) subraya la importancia que desempeñan ciertas variables psicológicas en el desarrollo y mantenimiento de la hipertensión. Añade así a los ya conocidos, un grupo de factores de riesgo de naturaleza emocional.

Concretamente, los estudios señalan la influencia que tiene en la hipertensión la presencia intensa y/o prolongada de ciertas emociones como ansiedad, estrés, tristeza e ira. Así como aquellos rasgos de personalidad que predisponen a dichas emociones (autoexigencia, creencias disfuncionales, perfeccionismo, etc.).

Estos resultados alumbran una nueva dirección de intervención en unión a los tratamientos habituales para la reducción de la hipertensión (modificación de los hábitos de salud y fármacos antihipertensivos). En este sentido, la intervención en los factores emocionales podría ser la pieza del puzzle que faltaba para llegar a aquellos pacientes que no se beneficiaban de los tratamientos convencionales.

De este modo, la intervención psicológica en hipertensión arterial iría dirigida a:

  1. El aprendizaje de herramientas de regulación emocional, es decir, mejorar cómo identificamos, etiquetamos, procesamos y gestionamos las diferentes emociones que nos surgen en la realidad cotidiana. Aprender a transitar nuestras emociones y no a evitarlas o reprimirlas.
     
  2. Entrenamiento en control del estrés – herramientas de desactivación como la relajación muscular progresiva o el biofeedback, con el fin de ofrecer herramientas básicas para el manejo del estrés y la reducción de los niveles de activación del sistema nervioso.
     
  3. Identificación y abordaje de los motivos que subyacen al estado de ansiedad elevado, ya sean razones del entorno (situaciones complicadas) y/o que respondan al perfil de la persona (variables de personalidad).

 

La nueva dirección de tratamiento aporta una mirada optimista en cuanto a lograr una mayor eficacia terapéutica en la reducción de la hipertensión arterial en la población y por ende, de las consecuencias médicas asociadas a la misma.

Redactado por:

Ana Gutiérrez Frutos

N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria

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