EPILEPSIA - 9 de septiembre de 2022
Todas las madres tienen la misma preocupación a la hora de afrontar un embarazo: que todo salga bien y el bebé esté a salvo. El hecho de que los progenitores padezcan alguna enfermedad puede complicar el embarazo y poner en riesgo la salud del bebé.
En el caso de la epilepsia, una enfermedad neurológica crónica con predisposición continua para generar crisis epilépticas, hay que tener especial cuidado, ya que el embarazo y la epilepsia son factores a los que hay que prestar una especial atención cuando confluyen debido a las posibles complicaciones que pueden establecerse entre ellos y afectar a la madre y al feto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 1% de la población mundial padece esta patología, es decir, más de 50 millones de personas, con una incidencia mayor en países en vías de desarrollo y en la población masculina. En España, se estima una prevalencia de 400.000 epilépticos, de los cuales, unos 62.800 son mujeres en edad fértil (entre 15-45 años) susceptibles de quedarse embarazadas.
Padecer crisis convulsivas durante la gestación es perjudicial tanto para el feto como para la madre, ya que implican grandes riesgos si no son controladas y pueden empeorar por un aumento de frecuencia o intensidad durante esa etapa, y tras el parto. Aproximadamente 1/3 de las mujeres que sufren esta patología experimentan un aumento del número de crisis durante el embarazo. Este hecho puede llevar a inducir el parto, conllevando un mayor riesgo de cesárea.
Algunas de las consecuencias que pueden derivar de sufrir convulsiones durante el embarazo son:
La epilepsia es una enfermedad que se controla con medicamentos, y es importante saber cómo pueden afectar estos al embarazo. Por un lado, hay algunos usados para tratar convulsiones que pueden contribuir a la infertilidad, sin embargo, otros también pueden reducir la efectividad de los métodos anticonceptivos hormonales que se estén administrando.
Además, durante el embarazo, el consumo de estos medicamentos puede causar efectos secundarios en el bebé como pueden ser el paladar hendido, los defectos del tubo neural, anomalías esqueléticas y defectos cardiacos y de las vías urinarias congénitas. Estos efectos secundarios tendrán un riesgo mayor de padecerse cuanta más alta sea la dosis y si se toma más de un medicamento anticonvulsivo a la vez.
Es altamente recomendable tomar los medicamentos con la dosis exacta redactada y no reajustar por cuenta propia la misma. Las convulsiones no controladas plantean un mayor riesgo para el bebé que cualquier medicamento.
Además de seguir la dosis marcada por el médico, es importante seguir un estilo de vida saludable, controlando la dieta, tomando vitaminas prenatales, durmiendo lo suficiente, y evitando consumir tabaco y alcohol.
Los bebés que tienen madres con esta enfermedad no tienen por qué heredarla, pero sí que es cierto que tienen un riesgo mayor a desarrollar convulsiones a medida que crecen.
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