ESCLEROSIS MÚLTIPLE - 11 de abril de 2025
La esclerosis múltiple, enfermedad crónica, autoinmune y neurodegenerativa que se caracteriza por dañar el sistema nervioso central. El sistema inmunológico ataca la mielina (capa protectora que recubre las fibras nerviosas) causando inflamación y daños que interrumpen la transmisión de los impulsos nerviosos.
Sus principales afectaciones son: reducción de la movilidad, pérdida del equilibrio y coordinación, debilidad muscular, fatiga, sensibilidad al dolor, deterioro de las funciones cognitivas y síntomas asociados al estrés, ansiedad o depresión. Estos últimos vienen dados por las limitaciones físicas que genera la propia enfermedad, que sumado a la incertidumbre produce un malestar mental y emocional. En general, comprometen la calidad de vida de la persona.
El ejercicio desempeña un papel determinante en la mejora de la calidad de vida. Ya que los síntomas y evolución de la enfermedad de una persona a otra son impredecibles, será necesario seguir un plan individualizado donde se adapte el entrenamiento a las nuevas necesidades que puedan ir surgiendo.
Al aplicar el ejercicio como herramienta de trabajo obtendremos beneficios como:
Control de la espasticidad muscular tras un episodio.
Mejora de la movilidad y flexibilidad.
Mayor control corporal, mejorando el equilibrio y la coordinación del movimiento, reduciendo así el riesgo de caídas.
Aumento de la masa muscular y los niveles de fuerza, con relación directa en el crecimiento de la densidad ósea y reduciendo el riesgo de padecer osteoporosis.
Un sistema cardiorrespiratorio reforzado, haciendo frente a uno de los síntomas más alarmantes, como es la fatiga.
Mejora el estado de ánimo, aumentando la confianza en uno mismo y reduciendo los niveles de estrés.
Entrenamiento de fuerza: podremos realizar ejercicios que incluyan bandas elásticas, cargas o el propio peso corporal para estimular la musculatura sin generar una sobrecarga.
Ejercicio aeróbico: caminar, bicicleta estática, elíptica, nadar o una clase aeróbica son formatos de trabajo que mejoran tanto la resistencia como el sistema cardiovascular, siempre evitando realizar ejercicios de impacto.
Ejercicios de movilidad, control corporal, equilibrio y flexibilidad: incluir actividades como pilates, yoga, una clase de control postural o una sesión de estiramientos dinámicos que ayuden a reducir la espasticidad, mejorar el rango de movimiento y la estabilidad y control corporal.
Que exista una transferencia a la vida cotidiana. El objetivo es mejorar las capacidades básicas de nuestro cuerpo, promoviendo la autonomía y bienestar general.
Llevar el control de la fatiga. Los dolores y la fatiga extrema no pueden estar presentes, pautar descansos dentro de la sesión y periodos de recuperación de sesión a sesión. Para ello es conveniente escuchar el cuerpo y realizar ajustes no planificados si es necesario.
Hay una mayor sensibilidad al calor, por lo que recomendamos mantenerse hidratado y entrenar en ambientes frescos.
Seguir el principio de progresión: adaptar la intensidad del ejercicio dando prioridad a la calidad del movimiento, e ir evolucionando según el nivel de tolerancia.
La esclerosis múltiple presenta desafíos físicos y mentales a la persona que lo padece, pero si incluimos hábitos de vida saludables como el ejercicio y movimiento, nuestra calidad de vida irá en aumento.
Laura Carreño – Entrenadora Personal Colegiada 60655 en Alimentación 3S.
Redactado por:
Alimentación 3S