ESCLEROSIS LATERAL - 11 de noviembre de 2018
¿Existe alguna relación entre el uso de los plaguicidas, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? Por sorprendente que pueda parecer, la respuesta es afirmativa. Investigadores del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) del Grupo de Investigación en Estadística, Econometría y Salud, GRECS, de la Universidad de Girona, acaban de dar a conocer dos artículos que revelan un mayor riesgo de padecer ambas dolencias entre las personas expuestas a fitosanitarios agrícolas. En este artículo, te explicamos por qué.
El estudio sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), publicado en la revista Neuroepidemiology, determinó una mayor incidencia de afectados por esta enfermedad entre los habitantes de Cataluña que vivían en núcleos de población cercanos a zonas de agricultura intensiva. Para llegar a esta conclusión, los investigadores estudiaron una zona poblacional que cubría la totalidad de la comunidad autónoma y a la que siguieron durante los años comprendidos entre 2011 y 2016. La investigación determinó que en aquellas áreas geográficas con mayor incidencia de casos de ELA se daban dos factores en común: la cercanía de zonas de agricultura intensiva donde se emplean frecuentemente productos fitosanitarios para evitar las plagas en las cosechas, y la presencia de grandes infraestructuras viarias con gran densidad de tráfico.
El estudio concluyó que ambos factores (empleo de plaguicidas y gran afluencia de tráfico) parece explicar la mayor incidencia de ELA entre los habitantes de los núcleos de población cercanos. En concreto, el trabajo sugiere que detrás de esta mayor incidencia están los productos químicos de uso agrícola y algunos contaminantes atmosféricos consecuencia del tráfico, particularmente los óxidos de nitrógeno, generados por los coches que utilizan combustible diésel.
Algo parecido sucede con la relación entre este tipo de sustancias y el TDAH. El estudio, en este caso publicado en Environmental Research, siguió durante los años 2005 a 2012 a una cohorte poblacional la subcomarca de La Selva interior, en Girona. De nuevo aquí, los resultados revelaron que vivir a menos de 100 metros de una zona agrícola o de una calle residencial y/o vivir a menos de 300 metros de una autopista o autovía o de un polígono industrial incrementa el riesgo de padecer TDAH. La razón reside de nuevo en la exposición a factores medioambientales como los pesticidas y compuestos organoclorados y los contaminantes atmosféricos generados por el tráfico.
No es la primera vez que la exposición a factores medioambientales como los plaguicidas de uso agrícola se relaciona con un mayor riesgo de sufrir determinadas patologías. La máxima autoridad sanitaria del mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), define los plaguicidas, tanto biocidas como productos fitosanitarios, como aquellas sustancias destinadas a destruir o prevenir la acción de formas de vida animal o vegetal perjudiciales para la salud y también para la agricultura en las distintas fases del proceso de producción. De hecho, cada vez existen más evidencias sobre la relación entre el uso de productos fitosanitarios y el riesgo de sufrir determinadas patologías. Algunas revisiones científicas apuntan que las personas expuestas a la acción de los plaguicidas tienen mayor probabilidad de padecer enfermedades como el cáncer, pero también otras como el Alzheimer, Parkinson y la ya comentada Esclerosis Lateral Amiotrófica. Asimismo, se conoce desde hace años la relación entre estos condicionantes medioambientales y enfermedades respiratorias como el asma y la bronquitis, patologías reproductivas, como la infertilidad y malformaciones congénitas; trastornos en el desarrollo, como el mencionado TDAH, y trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad.
Pese a todas estas evidencias, es necesario recordar también la otra cara de la moneda y es que el empleo de fitosanitarios ha contribuido no solo a la mejora la producción agrícola, sino también la salud de las personas. Es conocida, por ejemplo, su utilidad en la erradicación en Occidente de enfermedades infecciosas como la malaria, una patología que puede ser mortal y se transmite por la picadura de mosquitos infectados. Entre la cara y la cruz, entre los pros y los contras, es necesario encontrar el equilibrio justo.
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