ANEMIA FERROPÉNICA - 29 de abril de 2022
La anemia es una enfermedad muy prevalente que normalmente se asocia con un déficit de hierro, sin embargo, anemia y carencia de hierro no siempre están relacionadas.
La anemia, que afecta en torno al 15% de la población mundial, se puede dar por dos motivos: cuando se produce una disminución de glóbulos rojos, o eritrocitos, en sangre o cuando estos contienen unos niveles insuficientes de hemoglobina, proteína rica en hierro que hace posible que puedan repartir el oxígeno por todo el cuerpo desde los pulmones y que le da el color rojo a la sangre.
Mientras que el déficit de hierro es simplemente una disminución en el contenido de hierro corporal.
Existen diferentes tipos de anemia en función de los motivos que la provocan. La más común se da por una deficiencia de hierro, llamada anemia ferropénica, y se puede producir desde por una mala alimentación o incapacidad para absorber el hierro de los alimentos, hasta porque la persona haya sufrido una pérdida de sangre importante.
Como explica la doctora Ana Villegas del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, la anemia ferropénica “tiene lugar porque hay una disminución del hierro en el organismo. Se pone de manifiesto por pruebas analíticas y por una serie de síntomas que son comunes a todas las anemias y que pueden dar lugar a confusión".
Estos otros tipos son muy variados, existe: la anemia por deficiencia de vitamina B12 (nutriente que ayuda a mantener sanas las neuronas y los glóbulos sanguíneos); la anemia que se produce por una insuficiencia de ácido fólico (vitamina del tipo B necesaria para la formación y crecimiento de los glóbulos rojos); la anemia por enfermedades crónicas como osteoporosis, artritis reumatoide, cáncer o colitis ulcerativa; la anemia hemolítica que se produce cuando los eritrocitos no llegan a los 120 días de vida media y se destruyen antes de tiempo; entre otras anemias diferentes.
En conclusión, la anemia se produce cuando la población de glóbulos rojos sanos en nuestro cuerpo es insuficiente y el déficit de hierro no siempre produce anemia. Si se corrige a tiempo la ferropenia latente (disminución de los depósitos de hierro del organismo), esta no tiene por qué producir anemia.
Los síntomas más comunes que pueden indicar que sufrimos anemia son los mareos, dolor de cabeza, sentimiento de debilidad o cansancio falta de aliento, mientras que cuando nos falta hierro, además de sentir los anteriores síntomas, se pueden producir calambres, taquicardias, palidez o bajadas de tensión.
Tanto para la anemia ferropénica, como para el déficit de hierro, la solución se basa aumentar los niveles de hierro en nuestro cuerpo. Esto se puede conseguir a través de suplementos, que pueden causar náuseas, vómitos o estreñimiento, y con alimentos ricos en hierro entre los que se encuentran las carnes rojas, el hígado, las lentejas, los garbanzos, las espinacas, los guisantes, las uvas y ciruelas pasas, los huevos y los frutos secos.
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