VIDA SALUDABLE - 8 de diciembre de 2024
¿Has oído hablar de los Trastornos de la Conducta Alimentaria? Tal vez te suenen diagnósticos como la anorexia o la bulimia nerviosa. Ambos, trastornos muy conocidos en los últimos años debido a su alta prevalencia especialmente entre la población adolescente.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria o también llamados TCA son un conjunto de trastornos psicológicos que afectan a la relación de una persona con su alimentación, su cuerpo y su imagen corporal, de manera que la comida (ya sea por defecto o por exceso) es utilizada como una vía de regulación del malestar emocional.
Si pensamos en esta serie de trastornos, muy probablemente la imagen que formule nuestra mente sea la de una mujer adolescente con una delgadez extrema y con graves problemas de salud. Esta “representación” de los TCA no es del todo incorrecta ya que lo cierto es que este tipo de trastornos se suelen desarrollar en la etapa de la adolescencia y existe una evidente y clarísima diferencia entre hombres y mujeres, aproximadamente de un 90 a 95% en mujeres frente a un 10% en hombres.
Aun así, esta imagen representa solo uno de los polos visibles dentro del amplio espectro de grises de los trastornos de la conducta alimentaria. Por lo que a la pregunta del artículo, ¿puedo tener un TCA siendo adulto? La respuesta es clara, sí. Te explicamos:
Los TCA generalmente suelen desarrollarse con más frecuencia durante la adolescencia y la juventud temprana. Los cambios físicos visibles en el cuerpo, la presión social y la necesidad de aceptación característica de esta edad, los cambios hormonales, la revolución emocional y la reestructuración de los roles familiares son algunos de los factores que hacen que la adolescencia sea un momento de riesgo crítico para el desarrollo de esta patología.
Sin embargo, existen otras muchas ocasiones en la que los síntomas pasan desapercibidos y la persona puede no ser consciente del trastorno hasta el momento en el que se manifiesta de una forma más evidente, a veces, en la etapa adulta.
Así, es perfectamente posible que la persona conviva con síntomas de TCA de una forma más o menos funcional, llegando a normalizar ciertas conductas como las dietas restrictivas, la culpa al comer algunos alimentos, el conteo constante de calorías o la compensación saltando comidas o con ejercicio excesivo. Todas ellas, además, conductas tremendamente normalizadas en la sociedad actual y la cultura de la dieta en la que estamos inmersos.
Sería entonces en momentos de estrés o de cambios vitales importantes cuando el TCA podría dar la cara de una manera más evidente, haciendo entonces un diagnóstico tardío en la edad adulta. Un ejemplo frecuente sucede en mujeres durante el embarazo, momento en el que el cambio evidente en el cuerpo puede funcionar como interruptor y acentuar los síntomas antes encubiertos.
La visibilización que se ha dado a los TCA en los últimos años ha permitido una mayor toma de conciencia y, por tanto, un diagnóstico precoz de estos trastornos. Aun así, es importante que la observación no se dirija en exclusiva a la población adolescente y que también nos hagamos preguntas y profundicemos respecto a qué relación tenemos con nuestra alimentación y con nuestro cuerpo incluso en la etapa adulta.
Redactado por: Ana Gutiérrez Frutos. N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria