Esclerosis múltiple. Exposición solar y vitamina D

La vitamina D es un nutrientes imprescindible y fundamental en las personas que cursan con esclerosis múltiple. Este nutriente tiene numerosas funciones, entre ellas, regula el sistema inmune, eliminando patógenos, sintetizando agentes antimicrobianos, potenciando las células inmunitarias y anticuerpos y participa en la función cognitiva, previniendo el envejecimiento cerebral, regulando los neurotransmisores y hormonas, disminuyendo la materia gris como se ha visto recientemente, entre otros.

Mantener unos niveles adecuados durante todo el año es clave. De cara a conseguirlo, debemos saber que cubrir esos requerimientos con la alimentación de forma exclusiva es complicado. Los alimentos en los que se encuentran son:

• Aceite de hígado de bacalao: fuente complicada en España.

• Pescados grasos: elegir preferentemente los pequeños ya que contienen menor cantidad de metales pesados y mercurio como sardinas, boquerones, caballa, anchoas… Tomar 3-4 veces a la semana.

• Huevos. Incluida la yema, que es precisamente donde se encuentra. No suben el colesterol ni se relacionan con patologías, se pueden incluir a diario.

• Lácteos enteros: leche, yogures, quesos, mantequilla… Se pueden incluir a diario.

Debido a esto, deberemos tener en cuenta la exposición solar de forma gradual durante todo el año. Las zonas donde mejor se absorbe es en los antebrazos y en las piernas. Deberá ser sin protector solar al menos 15mins. Insistimos en lo de que sea gradual porque es dañino no exponerse en invierno y, llegado el verano, pasar a estar 5hrs seguidas, independientemente de la protección.

Se ha visto que la exposición solar, además de ayudarnos a sintetizar vitamina D, tiene numerosos beneficios en el sistema inmune, por ende, es más positiva la exposición solar frente a sólo suplementación de vitamina D.

Esta suplementación, es el tercer paso, en forma D3 para aumentar su biodisponibilidad y como consecuencia, absorción. Se ha observado mejores resultados en menores dosis y pautas diarias frente a dosis mayores en pautas mensuales. Se puede combinar con vitamina K2 ya que potencia la absorción de la D3. Valorar con el médico o nutricionista cada caso de forma individual.

Para saber si se tienen unos niveles adecuados, debemos hacer analíticas de seguimiento y mantenerlos por encima del umbral para evitar estar en déficit. Vigilar síntomas como

despistes, pérdida de memoria, falta de concentración, dolores de cabeza, catarros constantes… porque pueden avisarnos de que empieza a estar disminuida.