Ácaros del polvo: cómo afectan a la salud

ALERGIA - 6 de octubre de 2024

La alergia a los ácaros del polvo doméstico afecta a millones de personas en todo el mundo. Estos artrópodos, invisibles a simple vista, se alimentan principalmente de las escamas de piel muerta que desprendemos a diario. Su hábitat preferido son los lugares cálidos y húmedos de las casas, como colchones, almohadas, sofás y alfombras. A pesar de su pequeño tamaño, pueden tener un gran impacto en nuestra salud, especialmente para aquellas personas cuyo sistema inmunológico reacciona de manera exagerada a las proteínas presentes en sus cuerpos y excrementos.

La alergia a los ácaros se manifiesta a través diferentes síntomas, los cuales pueden confundirse fácilmente con un resfriado o una sinusitis. Entre estos síntomas encontramos estornudos frecuentes, congestión nasal, picor de ojos, nariz y garganta, y la tos persistente. En casos más graves, la exposición prolongada a los ácaros puede desencadenar crisis asmáticas o, si existen condiciones respiratorias previas, empeorarlas. Estos síntomas son el resultado de una respuesta inmunológica del cuerpo hacia sustancias que son inofensivas para la mayoría de las personas.

El diagnóstico de la alergia a los ácaros requiere que un alergólogo realice una serie de pruebas para confirmar la sensibilidad del paciente. Uno de los métodos más comunes son las pruebas cutáneas, donde se aplican pequeñas cantidades de alérgenos en la piel para observar la reacción. Además, los análisis de sangre para detectar anticuerpos contra los ácaros pueden proporcionar información sobre la intensidad de la respuesta alérgica. Un diagnóstico preciso es fundamental para elegir un tratamiento personalizado.

Una vez confirmada la alergia, el manejo de esta condición se basa en el control ambiental, el tratamiento farmacológico y, en determinados casos, la inmunoterapia.

El control ambiental implica la implementación de medidas destinadas a reducir la cantidad de ácaros en el hogar, como el uso de fundas antiácaros en colchones y almohadas, eliminar de alfombras y moquetas, mantener niveles bajos de humedad en el ambiente y la limpieza frecuente con aspiradoras equipadas con filtros HEPA.
El tratamiento con antihistamínicos, tanto orales como nasales, es esencial para luchar contra los síntomas. Los corticosteroides nasales son eficaces para reducir la inflamación y la congestión nasal. En caso de sufrir también asma, los broncodilatadores pueden ayudar a mantener las vías respiratorias abiertas. Estos medicamentos deben ser prescritos y supervisados siempre por un profesional de la salud.
La inmunoterapia, tanto en forma de inyecciones o comprimidos sublinguales, consiste en exponer gradualmente al sistema inmunológico a dosis crecientes del alérgeno. El objetivo es provocar una tolerancia a largo plazo, reduciendo la intensidad de la respuesta alérgica. La inmunoterapia puede llegar a lograr una remisión de los síntomas incluso después de finalizar el tratamiento.

El impacto de la alergia a los ácaros afecta también a la calidad de vida de quienes la padecen. Es común padecer trastornos del sueño, ya que los síntomas suelen empeorar durante la noche debido a la mayor exposición a los ácaros en la cama. Esto puede llevar a padecer fatiga crónica, disminución del rendimiento tanto laboral como académico y alteraciones del estado de ánimo. Además, la necesidad de evitar ciertos ambientes o actividades por la posible presencia de ácaros puede limitar las interacciones sociales y las opciones de ocio.

Para prevenir y controlar a largo plazo la alergia a los ácaros, es importante educar al paciente. Este debe entender qué favorece el crecimiento de los ácaros y cómo reducir su presencia en casa. También es crucial que el paciente conozca qué factores del ambiente pueden empeorar su alergia. Además, seguir el tratamiento al pie de la letra es clave para controlar los síntomas. Cuando el paciente entiende su condición y participa activamente en su cuidado, los resultados son mucho mejores.

Bibliografía consultada: