La incapacidad para decidir en personas con TDAH tiene base científica

Cada día sabemos más acerca del TDAH, siglas para denominar al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Gracias a la creciente investigación y al mayor alcance de la divulgación entre profesores, familias y alumnos, el TDAH ha dejado de ser un gran desconocido para convertirse en un término que se escucha con frecuencia en reuniones de padres y salidas del colegio.

TDAH suele sonar a “desatención”, “mal comportamiento”, “problemas para la concentración en los estudios”, “hiperactividad” …. Como vemos, tenemos más información sobre qué es el TDAH, pero este diagnóstico aún conserva cierta fama con tintes negativos.

El propósito de este artículo es, precisamente, romper con estos prejuicios o malinterpretaciones y seguir dando pasos hacia la comprensión profunda de este trastorno.

En concreto, hablaremos de uno de los rasgos comunes en el TDAH: la parálisis por indecisión o parálisis por análisis.

La parálisis por indecisión se produce cuando una persona tiene tal sobrecarga de información que hace que su cerebro se “bloquee” e impida comenzar ninguna acción. Viene a ser el clásico “tengo tantas cosas que hacer que me abrumo y no puedo hacer nada”.

Si bien es un fenómeno que todos/as hemos podido experimentar en algún momento de nuestra vida, las personas con TDAH lo presentan con mayor frecuencia y facilidad. Este tipo de bloqueo a la hora de actuar puede ser fácilmente juzgado como “pereza o vaguería” ¿qué pensaríamos si una persona tiene un millón de tareas por empezar (aparentemente sencillas) y no se pone a realizarlas?

¿Sabemos por qué ocurre esto en el TDAH?

En el TDAH sucede lo que se denomina “disfunción ejecutiva”, esto es la dificultad en el manejo de las funciones ejecutivas, cuya sede está en la corteza prefrontal. Las funciones ejecutivas hacen referencia a la capacidad de orquestar el comportamiento, es decir, son las habilidades que nos permiten dirigir nuestra conducta como la concentración, la planificación, secuenciación, organización, gestión del tiempo, control de los impulsos, toma de decisiones, etc.

Ante un bombardeo de información desorganizada como puede ser un sinfín de tareas por hacer, la persona con TDAH encuentra una gran dificultad en poder organizar toda esa información para determinar por dónde empezar, provocando así el bloqueo de cualquier comienzo.

No se trata de que sean vagos o que les de pereza, tampoco que estén cansados, simplemente que no hallan la forma de poder empezar, provocando un estado de ansiedad y frustración que suele bloquear aún más.

Pongamos un ejemplo práctico:

Imagina que quisieses montar un mueble desde 0. Cuentas con todas las piezas, tornillos, tableros y herramientas, pero no tienes un manual de instrucciones.¿Cómo te sentirías? Muy probablemente, sería tan abrumador el comienzo que procrastinases constantemente.

El cuerpo tiende a energizarse cuando señalamos una tarea muy pequeña y accesible. Siguiendo con el mismo ejemplo:

Si entregamos un manual de instrucciones en el que se detalla paso a paso la secuencia y cuyo primer paso es “coloca el tablero y clava el tornillo número 2”, con mucha probabilidad nos sentiremos enormemente más capaces y cuando queramos darnos cuenta, habremos montado la mesa.

La dificultad en el TDAH reside en la habilidad para poder organizar la información, secuenciarla, planificar los pasos y resolver los problemas que fuesen surgiendo en el camino. Sin estas habilidades, muchas tareas que aparentemente son sencillas pueden parecer un mundo. Algunos ejemplos, podrían ser la preparación de exámenes, organizarse el menú de comidas o entregar ciertas tareas para trabajo, etc.

En este artículo damos un ejemplo más de la incomprensión a la que en ocasiones hacen frente las personas con TDAH y sus familiares. Lejos de poder ofrecer una información completa, nos conformamos con dar reflexión y ofrecer una mirada diferente en la que el TDAH sea mucho más allá de desatención e hiperactividad.